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Cimbra masacre escolar a Brasil

Los peores temores de al menos 8 familias se confirmaron mientras las autoridades anunciaban que dos agresores habían entrado en la escuela fuertemente armados para disparar indiscriminadamente.

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Los peores temores de al menos 8 familias se confirmaron mientras las autoridades anunciaban que dos agresores habí­an entrado en la escuela fuertemente armados para disparar indiscriminadamente.

Por: Agencias Brasil.- ”¿Dónde consigo informaciones oficiales?", gritaba un joven en las inmediaciones del centro de enseí±anza Raúl Brasil, en la pací­fica ciudad de Suzano, donde este miércoles ocurrió una de las peores tragedias escolares en la historia de Brasil. La tranquilidad de esta ciudad de unos 270 mil habitantes se vio perturbada después de que dos exalumnos abrieran fuego en la escuela pública de secundaria Raúl Brasil y dejaran ocho muertos y una decena de heridos. Los dos asaltantes también fallecieron, aparentemente al suicidarse. Mientras periodistas se aglomeraban a las afueras de la escuela a la espera de informaciones, varios vecinos, familiares y residentes de esta localidad, 60 kilómetros al este de Sao Paulo, buscaban noticias de las centenas de estudiantes que aún se encontraban en el interior de la escuela. En medio del tumulto generado por la prensa y los pasos apresurados de los agentes de rescate y las fuerzas de seguridad, decenas de personas intentaban obtener cualquier información sobre los cerca de 400 alumnos y trabajadores que estaban en la institución en el momento del ataque. Los peores temores de al menos 8 familias se confirmaron mientras las autoridades anunciaban que dos agresores, un adolescente de 17 aí±os y un hombre de 25, habí­an entrado en la escuela fuertemente armados para disparar indiscriminadamente. Entre los muertos figuran cinco estudiantes y dos trabajadoras de la institución, además de un comerciante local y los dos asesinos, quienes supuestamente se suicidaron en los pasillos de la institución minutos después de la llegada de la Policí­a. En las aceras, el clima de desconcierto imperaba. "Mi amigo ha muerto", repetí­a Diogo da Silva, de 17 aí±os y cuyo mejor amigo no resistió a los balazos que lo alcanzaron. "Este es nuestro aí±o de graduación, que se supone jamás olvidarí­amos, y ahora él ha muerto", cuenta el estudiante, quien escapó del tiroteo gracias a que logró saltar los muros de la escuela. Algunos supervivientes del centro, que reúne a estudiantes de los 11 a los 17 aí±os, relataron que los disparos duraron entre 15 y 20 minutos y que, además de un revolver, los asesinos portaban también cuchillos y un arco y flechas. "Estábamos comiendo en el patio, hablando, y de repente escuchamos los tiros. Lo dejamos todo atrás y salimos corriendo, algunos hacia el refectorio, otros a los baí±os", explica Kelly Milene Guerra Cardoso, de 16 aí±os. La chica se refugió con algunos compaí±eros en la cocina, donde empezaron a contactar a la Policí­a, los servicios de urgencia y sus familias. Mientras en el interior de la escuela centenas de alumnos, profesores y trabajadores intentaban escapar de la mira de los tiradores, desde fuera vecinos alarmados hací­an lo posible para ayudar a aquellos que lograron saltar muros, cruzar puertas o escapar por salidas alternativas. "Yo he visto dos cuerpos en el umbral", describe en shock Ana Paula Radiante, que vive al lado del centro de educación. "Vi muchos nií±os saltando el muro, corriendo desesperados en la calle. Muchos se lastimaron al saltar los muros. Los que intentaron salir por la puerta, murieron". Otra vecina, Juliana Romera, abrió las puertas de su casa para acoger a parte de los nií±os que despavoridos alcanzaban el exterior de la institución. "Cerré la puerta enseguida porque oí­ tiros", explica la mujer, ex alumna de la escuela y quien lamenta "no haber podido hacer nada" por los nií±os. Ocho horas después de la tragedia, los alrededores de la calle Otavio Miguel da Silva, ubicada en el residencial barrio Parque Suzano, seguí­an acordonados. Las puertas negras de la escuela continuaban cerradas y sus imponentes murallas, de unos 3 metros de alto, congregaban en sus inmediaciones a decenas de residentes que seguí­an determinados a prestar su solidaridad a las ví­ctimas. Entre el llanto, el desconcierto y la conmoción, Suzano, hasta este miércoles una desconocida ciudad, ha entrado en estado de choque. "Mientras me escondí­a de los disparos, solo pensaba en mi hijo, de cuatro aí±os. í‰l estudia en otra escuela", resume conmovida Rosemine Perella, profesora de Geografí­a de la institución, que salió ilesa de la tragedia. "Pensamos que nuestros hijos están seguros dentro de las escuelas, pero uno nunca puede realmente saber".
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