WhatsApp
Pronostico del tiempo
Puentes Internacionales
Twitter
Instagram
YouTube
Facebook

+

Un dios extranjero en el corazón del mundo maya

El hallazgo de una gran cueva en Chichén Itza abre interrogantes sobre la relación del mundo maya con los pueblos del centro de México

  • 292

El hallazgo de una gran cueva en Chichén Itzá abre interrogantes sobre la relación del mundo maya con los pueblos del centro de México

Por: Agencias Durante varios dí­as, los arqueólogos esperaron a que la serpiente se apartara de su camino. “Era una serpiente coralillo”, recuerda el investigador Guillermo de Anda. Un reptil de unos 60 centí­metros de largo, pintada de anillos rojos, amarillos, blancos y negros. El biólogo de la expedición, Arturo Bayona, aseguraba que no era venenosa, pero los vecinos del lugar, conciencia de los arqueólogos, desaconsejaban cualquier desafí­o. El paso era estrecho, un túnel de 80 centí­metros de ancho por 40 de alto. Debí­an reptar junto a la serpiente, pasarla a cinco centí­metros y rezar por su ignorancia: el hastí­o del ofidio. Decidieron esperar. Salieron de la cueva y volvieron al dí­a siguiente, pero la serpiente seguí­a allí­. Lo mismo ocurrió al otro dí­a. Y al otro. Pero por fin, al cuarto dí­a, la serpiente se habí­a ido. De Anda, Bayona y otros dos investigadores siguieron reptando cueva abajo. Era emocionante. Los arqueólogos habí­an encontrado la cueva por indicaciones de los vecinos, que la conocí­an de hací­a décadas. De hecho, el Instituto Nacional de Antropologí­a e Historia (INAH), el centro gravitacional de la arqueologí­a mexicana, habí­a sabido de la cueva en la década de 1960. Un arqueólogo llegó a verla y alertó al instituto de su probable importancia, pero por motivos que hoy se desconocen tapió la entrada y no dejó registro alguno. Tampoco hay registro de otra actividad por parte del instituto. Tan extraordinario el hallazgo del equipo contemporáneo, como el ocultamiento de sus colegas cinco décadas atrás. En cualquier caso, los arqueólogos recorrieron la cueva por primera vez hace unos meses, al menos en parte, una enorme red de cavidades subterráneas en plena pení­nsula de Yucatán. Encontraron cantidad de ofrendas y otros restos de hace cientos de aí±os. Una cueva en el corazón de una de las ciudades más famosas del viejo mundo maya, Chichén Itzá, imagen de los folletos vacacionales de la Riviera Maya. La cueva de Balamkú, así­ la han bautizado, “ayudará a reescribir la historia de Chichén Itzá, en Yucatán”, dijo De Anda en la presentación del hallazgo esta semana en Ciudad de México. Conforme pasan los aí±os, los investigadores dibujan una imagen peculiar de Chichén Itzá, construida sobre más de una veintena de cenotes y cuevas. Y no de cualquier manera. La pirámide de Kukulcán, la de las fotos, yace sobre un cenote y figura justo en el centro de otros cuatro, dispuestos en forma de cruz bajo el vetusto templo. En entrevista con EL PAíS, De Anda, investigador principal del proyecto Gran Acuí­fero Maya, que mapea el subsuelo del Yucatán, dice: “Para los mayas, el subsuelo es el nivel del inframundo, donde existen las deidades, los espí­ritus, de donde vienen las cosas buenas, la vida misma. La salud, la lluvia, la agricultura vienen de las cuevas. Pero también pueden venir cosas malas. Si percibimos las cuevas como el punto de inicio de la vida, tal como lo percibí­an los mayas, podemos entender su importancia”. Uno de los hallazgos más interesantes de esta primera inspección de las galerí­as son los incensarios con forma de Tláloc, Dios de la fertilidad de los pueblos del centro de México, caso por ejemplo de los mexicas. Prueba, por un lado, la influencia de estos pueblos en el área maya. Ya se sabí­a de la presencia de artistas y personalidades mayas en el centro de México, por ejemplo en la vieja ciudad de Teotihuacán, anterior al advenimiento de los aztecas en México-Tenochtitlan. E incluso los arqueólogos dan por válido que pueblos del centro de México llegaron a Yucatán. Pero Balamkú podrí­a llevar ese encuentro mucho más allá, matizando las condiciones de ese encuentro, su contexto. Hay ofrendas en otros cenotes de Chichén Itzá, pero destacan las de Balamkú. ¿Por qué llevar ofrendas a galerí­as tan remotas, de tal difí­cil acceso, si podí­an dejarlas en cualquier otro cenote? Para De Anda podrí­a indicar un caso extremo de sequí­a. Cuanto más cerca de la tierra, más cerca de los dioses, más fácil que la ofrenda les agrade y más probable que llueve. Queda abierto el gran interrogante. ¿Por qué Tláloc y no Chaac, el Dios maya de la fertilidad y la lluvia? Los próximos aí±os de investigaciones podrí­an dar una respuesta.
Publicación anterior Papá ofrece 315 mil dólares a quien se case con su hija virgen
Siguiente publicación Conductora se impacta contra malla en la Col. Altamira
Entradas relacionadas
Comentarios
  TV en Vivo ;