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Las 10 diferencias entre los británicos y los europeos

Una de las tantas cosas que no tienen en similitud los británicos con los demás europeos

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Una de las tantas cosas que no tienen en similitud los británicos con los demás europeos

Por: Agencias 

Londres.- La grieta de 33 kilómetros entre Dover y Calais se agranda por momentos. Los británicos siempre fueron "diferentes", pero ahora lo son todaví­a más. Cualquiera dirí­a que en los tres últimos meses se ha intensificado la distancia fí­sica y psicológica con los habitantes del continente. Curiosamente, la caí­da de la libra ha propiciado una "invasión" a la inversa, como si los europeos quisieran saldar las cuentas o comprobar por última vez lo mucho que aún los une o nos separa, antes de que caigan el Brexit "duro" o el Brexit "blando"... 1. El volantazo

¿Por qué conducen los británicos por la izquierda? ¡Para girar más rápido a la derecha! Bromas aparte, ahí­ comienza su "peculiaridad" del Reino Unido, compartida por Japón, Australia y el 34% del mundo, frente 66% restante que conduce por la derecha (un hábito impuesto por la Francia napoleónica). Hay otras explicaciones, como la separación de clases sociales (los nobles avanzaban por la izquierda y la plebe estaba relegada al lado derecho) o la mayor facilidad para los cocheros, que sacudí­an a los caballos con el látigo sentados a la derecha. El látigo dejó el sitio al volante, también a la derecha, para consumar el "volantazo" con mayor facilidad. 2.La lí­nea recta Cualquiera dirí­a que los británicos están peleados con la lí­nea recta. "Londres fue diseí±ado por un borracho: todo son cuellos de botella", se lamentaba el taxista Mark Solomon, autor de "La sabidurí­a del "cabbie". En contraste con Parí­s, apoteosis del urbanismo europeo, Londres es un puro meandro, exponente de la ciudad multicéntrica, donde el estado natural es la desorientación. Quitando Bath y Edimburgo, máximos exponentes del urbanismo "georgiano" de corte europeo, casi todo el Reino Unido está surcado de sinuosas curvas que lo hacen todo mucho más intrincado. Cualquier distancia en coche requiere casi el doble que en el resto de Europa. 3.El clima En un solo dí­a, los británicos pueden tener las cuatro estaciones pasadas por agua. Es el precio que hay que pagar por el clima oceánico... Todo está muy verde ¿pero de qué color era el cielo? Esa inestabilidad climática se traduce en una deficiencia de Vitamina D que impulsa a los británicos a buscar desesperadamente el sol de Espaí±a cada dos meses (ahora menos, por culpa del "Brexit"). En la mayor parte de Europa, mientras, seguimos expuestos a los extremos y rigores del clima continental. Pero al menos sabemos qué esperar en cada época del aí±o. 4.La isla "Cada hombre es una pieza de un continente, una parte del total", escribí­a el poeta John Donne, contra la tendencia tan arraigada entre los suyos a sentirse hombres-isla. Y es que vivir en una isla, y estar expuesto a los elementos y a las invasiones (romanos, normandos, vikingos), deja sin duda una muesca en el orgullo y en el carácter de los locales. Y más si la isla es grande, alargada y poderosa, y si ha servido como catapulta "para el mayor imperio sobre la faz de la Tierra", como bien nos recordaba estos dí­as el titular del Foreign Office Boris Johnson. 5.La titulitis La Cámara de los Muy Honorables Lores Espirituales y Temporales deberí­a tal vez rebautizarse como la Cámara de las Prebendas. Eso es lo que piensa el ex viceprimer ministro Nick Clegg, que batalló inútilmente para la supresión del mayor anacronismo británico (hay unos cuantos) y la creación de un Senado electo "a la europea". Pero ahí­ siguen los ya más de 750 "lores", por no hablar de las "ladies", los barones y baronesas, o los "sir" de turno (de cuya existencia nos enteramos cuando le arrebatan la "titulitis" por una escándalo financiero o sexual, tanto monta). 6.Los Royals La familia real forma ya parte indisoluble del "branding" del Reino Unido, algo a lo que nunca podrí­an aspirar otras monarquí­as de Europa. Según el Brand Finance Journal, el valor estimado de la monarquí­a británica -incluidos bienes tangibles e intangibles- podrí­a ser de 48.000 millones de euros. A cambio, la reina Isabel II le cuesta al aí±o al erario público la bicoca de 50 millones de euros, mientras su fortuna personal está en cerca de 400. Y eso por hablar del "tirón" de Guillermo y Kate, cuya boda supuso unos 700 millones de ingresos "extras" en turismo (por no hablar del tirón veraniego de los nacimientos de Jorge y Charlotte). 7.Los tabloides Con la excepción del Bild Zeitung en Alemania, en ningún otro paí­s europeo tienen los tabloides una influencia y una difusión comparable a la del Reino Unido. The Sun y The Daily Mail (dos millones de ejemplares diarios cada uno) tienen gran parte de culpa de la victoria del Brexit. Sus historias de horror sobre la inmigración y sus manipulaciones sistemáticas fueron el pan de cada dí­a durante la campaí±a. Los periódicos del supermercado marcaron la pauta de principio a fin. Hay quien sostiene que la campaí±a de The Sun fue la venganza personal de Rupert Murdoch contra David Cameron, por la investigación de las escuchas ilegales (y por la defunción del rey derrocado de los tabloides, "News of the World") 8. El té En un dí­a cualquiera, los británicos consumen 163 millones de tazas de té (casi a tres por cabeza). El café, esa peligrosa tendencia europea, se consume sin embargo ya más de puertas hacia fuera: 2.100 millones de tazas al aí±o, frente a 874 millones de la bebida "nacional". Los hoteles londinenses siguen sirviendo con pompa el té de las cinco, pero los jóvenes británicos prefieren el Starbucks, el Costa o del Café Nero. La industria de la restauración ha advertido por cierto que el 35% de su personal es europeo y ha expresado el temor a un "cerrojazo" en la mano obra por el Brexit. 9. Los museos La gran ventaja cultural del Reino Unido sobre Europa es sin duda la posibilidad de entrar gratis a los museos. Pasar horas perdidas entre las momias del Museo Británico, ver la espalda a la "Venus del Espejo" de Velázquez en la Galerí­a Nacional o seguir la estela de Darwin en el Museo de Historia Natural son regalos impagables que hasta ahora solo eran posible en Londres. Los patrocinadores, los mecenas, las exposiciones y las becas de la Unión Europea han hecho hasta ahora posible el milagro (del que se beneficiaron 3,8 millones de visitantes en julio). La caí­da de la libra ha permitido el maná de turistas tras el Brexit. ¿Hasta cuándo? Los expertos temen que tarde o temprano los museos pasarán factura a la entrada, como en el resto de Europa. 10. La libra La libra siempre tuvo complejo de superioridad sobre el euro y del dólar. Pero al paso que va pronto alcanzará la paridad. Los turistas y los inmigrantes europeos (que siempre tuvimos la sensación de estar pagando un "sobreprecio" en la capital más cara de Europa) nos estamos beneficiando de momento. Pero los efectos adversos no tardarán en aflorar, advierten los expertos. Los precios subirán, inevitablemente, empezando por la cesta de la compra y los transportes. ¿Quién pagará el orgullo herido de la libra?

Con información de El Mundo

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