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Las 5 sectas cristianas más raras de la antigüedad

Adoradores de serpientes, seguidores de Caín, filósofos y profetas tuvieron su parte en la difusión de variantes del cristianismo y compitieron con la doctrina oficial por la fe de la gente.

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Adoradores de serpientes, seguidores de Caí­n, filósofos y profetas tuvieron su parte en la difusión de variantes del cristianismo y compitieron con la doctrina oficial por la fe de la gente.

Por: Agencias

Ciudad de México.- Desde sus orí­genes la cristiandad acumuló poco a poco una gran cantidad de fieles y sectas, aunque siempre hubo diferencias teológicas entre muchos bandos. También hubo una gran mayorí­a que mantuvo cierta unidad de pensamiento, dirigida por los obispos de Roma.

Durante su evolución se consolidó como religión oficial en todas las provincias del decadente Imperio romano y surgieron también escritores que desarrollaron la teologí­a de la religión y se defendieron ante las abundantes ideas paganas. El judaí­smo es testigo de cómo esta secta se separó de la religión de Abraham y se hizo autónoma.

Aunque las persecuciones de cristianos ocurrieron históricamente, en realidad no tuvieron la magnitud trágica que muchos quisieran creer, sino que fueron, por lo general, asuntos locales y restringidos. Fue durante su formación en los siglos II y III, que en la Iglesia cristiana reinó cada grupo encabezado por un teólogo o sacerdote.

1. Ofitas Llamados así­ porque adoraban a las serpientes, ya existí­an desde tiempos de Jesucristo como una pequeí±a secta en Egipto. Aceptaron posteriormente el cristianismo; fusionándolo con teosofí­a oriental, budismo y platonismo. Para ellos la serpiente que ocasionó la caí­da de Adán y Eva no era malvada sino una heroí­na que los liberó de una prisión diseí±ada por el Dios Laldabaoth (hijo del caos).

Este último, se creí­a un ser único, sin embargo, su madre era nada menos que el eón Sofí­a (la inteligencia), quien usó a la serpiente para arruinar sus delirios de grandeza e invitar a Eva a comer el fruto prohibido. Durante la ceremonia de la eucaristí­a sus seguidores liberaban a una serpiente en la mesa de la comunión.

2. Cainitas Secta agnóstica que surgió en el siglo II en el este del Imperio romano y cuya caracterí­stica principal fue venerar a Eva, Caí­n y a Judas Iscariote. En su versión, el Dios del Antiguo Testamento era en realidad un demonio que habí­a arrebatado el principio divino de los mortales, alejándolos del Dios verdadero. Caí­n serí­a uno de los seres primordiales, quien habí­a sido ví­ctima del demonio, mientras Judas guardaba toda la verdad agnóstica de Jesucristo.

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  1. Montanismo Surgió a mediados del siglo II en la región de Frigia, pení­nsula de Anatolia, actualmente Turquí­a. Su nombre deriva de Montano, sacerdote pagano adscrito al culto de la diosa Cibeles, convertido al cristianismo y bautizado en el aí±o 155. Montano se declaró poseí­do por el Espí­ritu Santo y comenzó a decir profecí­as en su nombre.Al poco tiempo se le unieron dos mujeres, Prisca y Maximila, discí­pulas que también profetizaban. Aunque en aquella época los ‘profetas’ abundaban, Montano y sus compaí±eras fueron sobresalientes; se distinguieron por protestar contra la facilidad con que la Iglesia perdonaba los pecados y el modo en que se adaptaba a las exigencias de la sociedad.Según Montano, con él terminaba una etapa de revelaciones, y tras su muerte vendrí­a el fin del mundo. El montanismo se extendió por toda Asia Menor, alcanzó a Roma y el norte de ífrica. Fue tan grande su influencia que esta secta llegó a organizarse jerárquicamente; las mujeres podí­an obtener cargos de obispos, presbí­teros y diáconos. En su momento llegó a considerarse como el rival más peligroso para la Gran Iglesia.

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  1. Basilidianos Seguidores de Basí­lides de Alejandrí­a, la secta en realidad habí­a sido fundada en el siglo II por el hijo de éste, llamado Isidoro. Autoproclamado discí­pulo del apóstol Matí­as y de un compaí±ero del apóstol Pedro, se extendieron principalmente por Egipto y la pení­nsula Ibérica. Proclamaban que las pasiones fueran llamadas ‘apéndices’, una especie de espí­ritus que tomaban posesión de la psique racional, a la que se les uní­an espí­ritus de animales, plantas y minerales, que embrutecí­an a las personas.En el mundo helénico del siglo I no se creí­a que las estrellas fueran divinidades. Los basilidianos creí­an que existí­an cinco eones –perí­odos en los que se encuentra dividido el tiempo de la Tierra desde el punto de vista geológico y paleontológico– principales: la mente, la palabra, la inteligencia o prudencia, la sabidurí­a y el poder; de estas dos últimas surgí­an 365 paraí­sos en orden descendente, que en conjunto formaban el Abraxas; el dios hebreo viví­a en el nivel más bajo y creó un mundo ilusorio donde puso a vivir a los hombres. Para llevar el conocimiento y liberarlos envió a Cristo (la mente).
5. Carpocratianos El filósofo y teólogo Carpócrates enseí±aba que el mundo habí­a sido creado por los arcontes, una casta especial de seres que habí­a esclavizado el alma de los hombres. El alma de Jesucristo, sin embargo, fue la única capaz de vencer las pasiones promovidas por los arcontes para corromper a los hombres. Sólo los iluminados, los carpocratianos, podí­an llegar a poseer un poder celestiales. Los carpocratianos creí­an en la reencarnación, y se decí­a que procuraban tener toda clase de experiencias, incluso la promiscuidad sexual, pues afirmaban que la reencarnación se terminaba únicamente cuando se han agotado todas las experiencias posibles. Alcanzó gran popularidad alrededor del aí±o 155, y se sabe que los carpocratianos veneraban imágenes de Cristo, Pitágoras, Platón y Aristóteles.

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Con información de Muy Interesante 

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