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La pesadilla que vivieron turistas mexicanos en Egipto

El grupo había sido confundido por el Ejército de Egipto con terroristas, según la versión oficial.

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El grupo habí­a sido confundido por el Ejército de Egipto con terroristas, según la versión oficial.

Por: Agencias

Ciudad de México.- Era el 14 de septiembre de 2015 cuando un grupo de 14 turistas mexicanos que paseaba por Egipto se detuvo para almorzar en medio del desierto en su trayecto al oasis de Bahariya, 350 km al suroeste de El Cairo.

El sobrevuelo de aeronaves y bombardeos que inmediatamente incendiaron las camionetas en las que viajaban fue el inicio de la peor experiencia de sus vidas.

Todo sucedí­a en medio la nada: no habí­a donde esconderse y sólo corrí­an de un lugar a otro. Cuando una de las aeronaves se acercó a ellos, uno de los turistas se quitó su remera, de color blanco, y la extendió en seí±al de rendición, pero los bombardeos continuaron dejando a ocho mexicanos muertos y al resto mal heridos.

El grupo habí­a sido confundido por el Ejército de Egipto con terroristas, según la versión oficial.

Susana Calderón, una de las sobrevivientes de la tragedia, no puede olvidar ese dí­a en el que el fatí­dico error le quitó a su marido, Luis Barajas, y el dolor que siente por las esquirlas que aún están en su cuerpo le recuerdan constantemente el ataque.

"Tengo muchas esquirlas diseminadas por el cuerpo que los médicos decidieron no mover porque era imposible sacarlas todas de tantas que son y decidieron que la que fuera dando problemas se iba a ir sacando. Aún sigo teniendo mucho metal en mi cuerpo. Tengo una placa desde la muí±eca hasta el codo en el brazo izquierdo, que me lo reconstruyeron. Tengo una lesión cerebral porque una bomba que explotó sobre mi cabeza incrustó metales en mi cerebro y dejó la parte derecha de mi cuerpo paralizado, pero he recuperado mucho de mi caminar, a pesar de diagnósticos fatalistas", dijo Susana a Infobae.

El gobierno egipcio pagó una indemnización a los mexicanos sobrevivientes, pero a decir de Susana fue una cantidad muy significativa que no la ha ayudado a cubrir sus múltiples gastos médicos que puede solventar gracias a un seguro con el que ya contaba cuando partió a ese viaje que habí­an anhelado durante mucho tiempo.

"Es una experiencia terrible, sin razón alguna, que te arrebata todo", expresó.

¿Qué sucedió ese dí­a?

Los mexicanos formaban parte de un grupo que fue atacado por fuerzas de seguridad de Egipto, que confundieron a los turistas con "elementos terroristas" en el desierto occidental.

El Ministerio egipcio del Interior informó que los turistas fueron atacados "por error" y que se encontraban en un área restringida donde en ese momento se buscaba a posibles terroristas, aunque la compaí±í­a organizadora del viaje argumentó en su momento que tení­a permiso de la policí­a turí­stica.

"Los medios hablaban de un bombardeo, yo tengo recuerdo de al menos ocho bombardeos. No nos daban tiempo ni de recobrar el aliento, el asunto era exterminarnos, no habí­a dónde correr, dónde resguardarte, todo era arena, intentamos meternos debajo de las camionetas, pero las hicieron volar y solos nos hicieron correr", recordó Susana, quien aseguró que los primeros ataques fueron con aviones y después se escucharon helicópteros.

El último adiós

Expresó que también fueron atacados con un quí­mico que nunca supieron de qué se trató porque sus ropas no sufrieron daí±o a causa de esta sustancia, pero "todos tení­amos quemaduras en la piel".

En su caso, los injertos de piel que le tuvieron que aplicar para cubrir las quemaduras no pegaban a causa del daí±o provocado por el quí­mico, "cuando llegué a México y me quitaron los parches se dieron cuenta que los tejidos estaban necrosados y eran unos orificios terribles".

Susana sufrió también la agoní­a de ver a su esposo con vida cuando iban a ser trasladados al hospital, recuerda que desde una camilla lo escuchó decir que la amaba y fue la última vez que lo vio porque a él lo llevaron a un lugar diferente.

"Vi a mi esposo cuando me subí­an a la camilla para traerme al hospital. Lo escuché decirme que me amaba. Y yo le dije que yo también. Y ya nada supe de él", agregó Calderón, quien relató que esta parada, que serí­a seguida de un recorrido por Europa, habí­a sido preparado como "el viaje de nuestras vidas".

"El de repente ver a mi esposo herido y luego no saber qué pasó con él… cuando me sacaron del desierto estaba casi muerta, pero yo lo vi vivo, muy mal herido, pero vivo y preguntaba y me decí­an que estaba en otro hospital y no entendí­a por qué si todos estábamos en un mismo hospital él no, me dijeron que habí­a fallecido en el desierto, pero ¡yo lo vi vivo!", aseguró.

La autopsia que le practicaron a Luis Barajas en El Cairo, según Susana, decí­a que tení­a heridas que "no eran compatibles con la vida".

A través de un libro llamado "El Silencio de Dios", cuenta a su esposo cómo han sido estos aí±os de recuperación en los que además de la pérdida se ha tenido que someter a 15 operaciones, pero también enfrentar los recuerdos que a veces cruzan por su cabeza.

"El cerebro entra en shock cuando empiezan a brotar recuerdos en cadena y otra vez los malos momentos, hay que aprender a lidiar con los nervios, que traicionan, la tristeza porque fue una agresión terrible y no la superas, aprendes a vivir con ese montón de recuerdos dolorosos y le sumas el montón de preguntas y respuestas", aí±adió.

Entre las preguntas que aún asaltan su pensamiento están por ejemplo: ¿qué fue lo que pasó?, ¿que hablaron entre mandatarios?, ¿a qué acuerdos llegaron? porque el gobierno de México nos dijo que iba a hacer una investigación rigurosa, pero hasta ahora nadie nos ha dado una explicación de por qué, lo único que salió es que nos habí­an confundido con un grupo de terroristas ¿cómo es posible?.

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