
Vio pasar la Revolución, el cine mudo y la evolución de la sociedad.
Por: Agencias
Ciudad Juárez, Chih.- íl es Manuel García Hernández, y aunque dice sentirse como de 50 aí±os, actualmente tiene 121, según consta en su acta de nacimiento. Supera por nueve aí±os a la persona viva más longeva del mundo registrada en 2018 por Guinness World Records, el japonés Masazo Nonaka.
Don Manuel nació el 24 de diciembre de 1896, en Tlapacoyan, Veracruz. Vio pasar la Revolución, el cine mudo y la evolución de la sociedad. Tiene 15 nietos de 5 hijos que provienen de su matrimonio con Rosa Pérez Medina, quien falleció a causa de un paro cardiaco en mayo del 2010. Fue entonces cuando sus hijos Carmelo, Tomasa y Ernesto lo trajeron a vivir a Ciudad Juárez.
Amante de los frijolitos con tortilla, refirió siempre haber sido un hombre activo del campo. Trabajó tierras ejidales por más de 60 aí±os en el municipio Martínez de la Torre de Veracruz, donde fue criado: la ciudad a la que acude cada aí±o para visitar a sus dos hijos Elena y Teodoro.
Con sombrero, camisa blanca bordada de flores y pantalón verde, manifiesta sentirse âtranquilitoâ. Durante el día le gusta darle de comer a sus gallos, pollitos y gallinas, y espera que Dios le dé al menos 5 aí±os más de vida.
Narra tener el vago recuerdo de âa la edad de ocho aí±osâ haber visto a lo lejos las batallas de Venustiano Carranza y Emiliano Zapata, pero entonces era escoltado por su madre junto a sus tres hermanos para resguardarse de las guerras.
âAntes no había de esos para hablar (celulares), ni luz había, había candiles. Si tenía luz, ya ponían postes, ya alumbraban tantito, pero no había luz, puro candil, no me acuerdo qué presidente fue el que inventó la luzâ, dice con una voz rasposa que arrastra aí±os y se pisa la âsâ con el único diente que tiene.
También apunta que antes no había comercio como el que conocemos hoy en día, pues las personas sembraban y se iban con sus costales de producto al pueblo donde lo vendían en la calle.
âNo había tiendas, puro ranchero a vender porque no había tiendas, es así que el que tenía dinero se llevaba hasta tres o cuatro sacos de maíz para vender, antes sembraba la genteâ, expresó con su mirada que parece triste por los párpados que el tiempo ha venido venciendo.
Veinticinco centavos era el valor de un âlitroâ de maíz, mientras que el frijol tenía un costo de cinco centavos, âpero era litro y ahora ya no, ahora es por kilo y el triple subió el precio de la semillaâ, apuntó.
Tres reales equivalentes a menos de un peso era el sueldo que ganaba después de una jornada de trabajo y refiere que todos los obreros ganaban lo mismo, hasta que se hizo el cambio a pesos. Para entonces ganaba un peso.
Recuerda que a sus 37 aí±os, sus patrones perdieron sus tierras. Entonces trabajó en diferentes rancherías y campos de esa zona hasta que se casó, a la edad de 45 y se dedicó a sembrar frijol y maíz.
âTodos murieron, ella, mis hermanos, mi mamá, mi papá, todos ya me tocó enterrarlos, últimamente se murió mi hermano y ahí quedamos, lo enterré, ya nomás yo quedoâ, lamenta mientras mueve sus manos.
Don Manuel anotó que las parejas también han cambiado, ya que antes se ayudaban más en las enfermedades y ahora no. Además antes las personas eran más caritativas.
âYo veía un viejito y le daba su limosnita ¿por qué? Porque yo decía voy a llegar a viejo, si Dios me permite voy a llegar a viejo y no faltará quien me ayudeâ, dice y sonríe.
Narró que cuando era joven iba a misa. El padre hablaba y no se le entendía porque era en latín. íl heredó el idioma totonaco por sus padres Senovia Hernández y Carmelo García quienes eran indios originarios de Papantla.
Entre las cosas que más extraí±a Don Manuel está trabajar, ir a pequeí±as fiestas, ver a los animales en los circos, asistir al cine que al principio fue mudo y después recuerda que hubo televisión y el cine con sonido para el que pagaba 10 centavos, además de a sus amigos.
A pesar de visitar cada aí±o su ciudad natal, refiere que extraí±a mucho la fruta fresca, pues la hay en todas partes por allá. En Juárez le gusta que hay mucha comida y no se muere nadie de hambre.
âA Juárez me vine a curar, porque como los muchachos tienen seguro. Me vine aquí malo del pulmón de tanto trabajar y âutaâ que si me he mejorado, me compuse, con el favor de Diosâ, dijo.
Recordó que hace aí±os los hijos no se revelaban en contra de los padres, incluso que en una ocasión âse echó un traguitoâ de agua ardiente y su tía Teresa lo golpeó con una vara en la espalda.
Su principal secreto para una larga vida es cuidarse, beber mucha agua y comer sano pues expuso que actualmente las personas no se cuidan, se emborrachan y se desvelan en lugar de comer a sus horas y dormir bien.
Como consejo de vida puntualizó que diría a los jóvenes que se cuiden, coman sano, duerman bien y que respeten a sus mamás.
âA mí me ayuda mucho que no estoy pensando, yo voy a hacer esto y digo no mejor hago esto y lo hago y me tranquilizo, todo lo que yo hago me tranquilizo y me siento a descansar, estoy tranquilo para todoâ, dice con una leve sonrisa.
Actualmente Don Manuel vive en un ranchito ubicado en la colonia Salvárcar, en un terreno grande y arbolado con olor a sorgo y maíz quebrado, que sale del criadero de sus gallos, gallinas y pollitos: unas jaulas de madera a un extremo de su casa. Todos los días recorre esos metros pedregosos a pasos cortos, con su espalda encorvada y sin bastón.
Su hijo menor Ernesto García, dice que Don Manuel nunca está solo. Todos los días algún nieto lo acompaí±a durante las maí±anas y, al atardecer, su hija Tomasa viene por él para llevarlo a su casa. A veces él mismo pide quedarse en su rancho y es cuando alguien de la familia lo acompaí±a.
Desde hace aí±os, dice, le han negado ayuda de los programas para adultos mayores, por lo que ayer acudió a una reunión con Alejandra Carrillo de Cabada a Desarrollo Integral de la Familia, pero únicamente le prometieron que recibiría unos nuevos anteojos dentro de un mes y medio. Ademá podrá recibir una despensa cada dos meses por un pago de 20 pesos.
Por su edad, don Manuel destaca a nivel global. De acuerdo con la página oficial del Guiness World Records, el pasado 10 de abril se dio fe en Hokkaido, Japón, que el nipón Masazo Nonaka es la persona viva más veterana del mundo, con 112 aí±os de edad y 259 días.
Hubo dos más longevos que Nonaka. El aí±o pasado se registró el fallecimiento de Violet Mosse Brown, jamaiquina que alcanzó el record con la edad de 117 aí±os. De acuerdo con Guiness World Records la persona más longeva de todos los tiempos es la francesa Jeanne Louise Calment quien vivió 122 aí±os y 164 días.
SU SECRETO
Para una larga vida, dice, hay que cuidarse, beber mucha agua y comer sano, así como evitar emborracharse y las desveladas
Con información de Abril Salgado/El Diario