
El estar cerca de la muerte a causa de los excesos, lo llevó a hacer un trato con Dios, le suplicó que le permitiera seguir viviendo pero ahora con una identidad nueva
Por: Dariela MacíasPiedras Negras, Coahuila.- íl es Guillermo Calderón, quien hasta hace tres aí±os era conocido en el mundo gay como âJackelineâ. Fue travesti y posteriormente transexual al realizar modificaciones en su cuerpo masculino para que luciera como el de una mujer; hoy vestido nuevamente de hombre asegura estar consagrado a Dios quien dice, ha cambiado su vida.
A los 6 aí±os, Guillermo sufrió abuso sexual, lo que lo volvió un nií±o tímido, retraído, de lágrima fácil, frágil y sin tener conciencia entonces, asegura que a causa de ese suceso perdió su identidad.
âLa vida de un gay no es una vida bonita ni feliz. Mi papá me corría y me maldecía. Para qué quería un hijo joto porque los gay no sirven para nada, eso me decía. Me metí con hombres porque quería una caricia de mi padre, un abrazo. Mi padre abrazaba a todos mis hermanos pero a mí noâ, dijo en entrevista para TeleZócalo nocturno.
Al sincerarse frente a las cámaras dijo que quería un abrazo, un compaí±ero en su vida. Deseaba la aceptación, por eso se vestía de mujer. Se cambiaba la apariencia, se ponía hormonas. Se inyectaba un litro de aceite por semana durante como 20 aí±os, 30 cajas de hormonas por semana. Se enfermó y no le importó. Su alimento eran el aceite, las inyecciones, cerveza, vino, drogaâ¦
âA los 15 aí±os empecé a vestirme de mujer día y noche, quería verme atractiva para los hombres. Quería ser el mejor, sobresalir, ser el de mejor cuerpo fui uno de los que más llamaba la atención. Me presentaba como que era de Monterrey y llegué a ser muy conocidoâ, recordó.
Una cosa llevó a la otra: después de vestirse de mujer se prostituyó durante unos 20 aí±os. Tuvo parejas, muchos novios, dice; sin embargo, se empezó a sentir sucio, utilizado por el diablo. Quería cambiar sin que nadie le dijera que lo hiciera.
De pequeí±o iba a las iglesias. Supo que Dios existía y que estaba en la tierra por algo. Alguien le dijo que los gay son hijos del diablo, que nadie los toma en serio.
âLos que se meten con gays son hombres casados, con esposa e hijos. La mayoría decían que querían saber qué se siente estar con un gay. Creo que como ser humano soy valioso. Empecé a valorarme. Quería estar en paz. Dejé de fumar. Se me quitó el deseo por los muchachosâ, relató.
Llorando mencionó su vergí¼enza por hacer cosas desagradables a los ojos de Dios. Deseó morir pero tenía el anhelo de vivir. En su corazón había sueí±os e ilusiones. Le habían robado su identidad y la quería recuperar. Reconoció que luchó contra su deseo de vestirse de mujer al hacer la voluntad de Dios y poco a poco ha renunciado a maquillarse y a vestirse como lo hacen las personas del sexo opuesto.
En una mirada retrospectiva a sus 47 aí±os, recuerda las muchas veces que intentó quitarse la vida, pero había algo dentro de sí que le decía que tenía que aguantar, seguir. Fueron muchas noches de angustia. Quería dormir y ya no despertar.
Atribuye su homosexualidad a un descuido de su familia: âlas mamás se llenaban de hijos, mi papá borracho y llegaba a golpear a su mamá y a nosotros. Mi mamá tenía que trabajar para sacarnos adelante, no nos cuidaban bien y un día cuando yo tenía 6 aí±os me violaronâ, sin embargo, nunca habló con sus padres de su estado emocional, prefiere expresarlo cuando da a conocer su testimonio.
En un mundo y en el que la homosexualidad toma auge, la pregunta es ¿puede un homosexual dejar de serlo?
âSolos no podemos. Dios es el único que puede sacarnos de ese vacío, de ese pozo, de esas cadenas que nos tienen así amarrados. Finalmente estoy en paz y puedo ser feliz. A mis 47 aí±os son los aí±os más felices de mi vida, que lo demás que viví no fue felicidad y que la mentira tarde o temprano va a salir a la luz. Se puede dejar de ser homosexual siempre y cuando nos rindamos al seí±or Jesucristo. Siempre y cuando dispongamos nuestro corazón a Dios y Dios nos puede dar esa libertadâ, aseguró.
Hoy en día Guillermo se dedica a dar pláticas en iglesias y exhorta a sus amigos homosexuales a buscar la felicidad y paz que él encontró en Dios.