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Misteriosa muerte de animales en ejido

Algunos dicen haber observado ‘un oso’ y otros a un ‘viejito con barbas’.

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Algunos dicen haber observado ‘un oso’ y otros a un ‘viejito con barbas’.

Por: Rosalí­o González

Saltillo, Coahuila.- Eran las 8 de la maí±ana y el sol pintaba el cielo de un sólido azul grisáceo; en el pueblo lo único que se escuchaba era el silbido de los coches que transitaban sobre la carretera que parte por la mitad al ejido saltillense Guadalupe Victoria. En el ejido, localizado a media hora del sur de Saltillo, sobre la carreta a Zacatecas, se encuentra una casa blanca, ahí­ vive Erasmo David Espinoza Navéjar, un joven de 28 aí±os, responsable de mantener el hogar que comparte con su abuela Cayetana, su abuelo Erasmo y su esposa. Este dí­a, del que hablamos, era el viernes 9 de marzo y Erasmo salió de su casa temprano para visitar el corral cercado con alambres y madera que tienen a unos metros de su casa. Cuando llegó, la escena que vio le revolvió el estómago, no sabí­a si era terror, tristeza, coraje o impotencia, pero algo le estaba naciendo en el pecho. Más de 20 pequeí±os borregos casi recién paridos estaban mamando las ubres de sus madres, 10 borregas muertas, vací­as de sangre y con los ojos abiertos que parecí­an querer gritar todo lo que habí­a pasado esa madrugada en el pueblo. El joven se acercó para corroborar lo que veí­a, sus borregas estaban mordidas del cuello y las ubres, en la tierra habí­a muy poca sangre, casi nada, lo que le levantó sospechas, pero no quiso ahondar en supuestos y volvió a su casa. En el hogar, Erasmo informó a su abuela inmediatamente lo que acababa de ver, “ma, en el corral hay un tiradero de borregas muertas, las mataron”. Doí±a Cayetana, mujer de 78 aí±os, delgada y morena, con las manos en la cara echó a llorar desconsolada, pensando que la única fuente de trabajo que tiene su familia habí­a sido aniquilada un dí­a antes por quién sabe qué cosa. La abuela dice que ella no quiso ira a ver a los animales muertos y que le aconsejó a su nieto que fuera a buscar al abuelo para que se ayudaran y resolvieran el problema. El joven y el anciano fueron al corral a evaluar los daí±os: además de las 10 borregas muertas, habí­a otras dos heridas y una chiva en las mismas condiciones. Dice doí±a Cayetana que para cobrar el seguro de los animales, su nieto y su esposo hablaron a las autoridades y comenzaron a indagar sobre qué especie habí­a matado a su ganado. “Y no hayamos nada, porque los coyotes matan a un animal y se lo llevan para comérselo, pero no hacen matazón de animales y los dejan tirados”, explica Caye, quien tiene toda la vida viviendo en ejidos. La cantidad de animales muertos que aparecieron ese viernes en el pueblo despertó las sospechas, y aunque los afectados trataron de mantenerlo todo en un bajo perfil, fue imposible, porque tuvieron que preguntar a los vecinos de su corral si habí­an oí­do o visto algo. Esa noche, dicen los que estuvieron cerca del lugar, los perros ladraron más fuerte de lo normal, pero nadie les hizo caso “y un joven que vive en la lomita vio a un animal parecido a un oso”, dice Cayetana. En México, la leyenda del chupacabras, un animal que succiona las sangre del ganado hasta provocarle la muerte ha recorrido la zona rural de todo el paí­s. BRUTAL ATACANTE En la búsqueda de una explicación por la inesperada muerte de sus borregas, doí±a Cayetana no le apuesta a la teorí­a del chuapacabras, cree que más creí­ble es que quien atacó a los animales haya sido un nahual. Los nahuales son, según las creencias mexicanas, brujos capaces de convertirse en animales y que viven en las sombras y lo oculto. “Este animal que atacó a las borregas solamente sale de noche, y aunque aquí­ nunca ha habido brujos pudo haber llegado de otro lado”, dice Cayetana en voz baja como confesando un secreto. En el ejido de Guadalupe Victoria los habitantes están alarmados porque temen que así­ como atacó y desangró a los animales, lo que sea que esté acechando el ejido, pueda también atacar a humanos. A las madres les preocupan sus hijos que salen temprano a la escuela. Y los rumores y supuestos que han invadido a este pequeí±o poblado han hecho de los habitantes presas de su miedo. “La gente ha visto al animal y dicen que parece un oso peludo y otros lo han visto como un viejito con barbas, no se sabe, lo que sí­ es que ese animal dejó una marca en la camioneta de mi hijo y se ve clarito que tiene mano de hombre, pero con seis dedos”, narra Cayetana. Lo cierto es que las autoridades ambientales no han podido descubrir de qué tipo de animal se trata. Para pagar el seguro del ganado, los responsables hicieron una investigación, sin embargo no hubo un diagnóstico definitivo. En las noches, dice Cayetana, la gente de Guadalupe Victoria sale a la tierra a buscar al animal que causó el daí±o y que podrí­a perjudicar los bienes de más personas, salen con escopetas y armas. “Salen organizados y tenemos una comisariada que nos ayuda con este problema” dice Caye, mientras nos lleva al cuarto donde guardaron por varios dí­as los cadáveres para que las autoridades los analizaran. En ese cuarto están ahora reposando los esqueletos y cabezas de las borregas muertas y desangradas que fueron primero encaladas y luego quemadas por Erasmo y su abuelo. Los borregos en edad de ser amamantados y los animales heridos fueron llevados del corral a la casa de Cayetana y su familia para recibir cuidados, sin embargo, los pequeí±os mamí­feros se han ido muriendo. La noticia de que un chupacabras acecha un ejido de la extensa zona ejidal del sur de Saltillo ha provocado también burlas en las redes sociales, sin embargo, como dice Cayetana, “los hechos son que hubo 10 animales muertos y que nadie nos ha podido decir quién los mató”.

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