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Niñera confiesa 38 años después haber matado a tres niños

Todos los bebés habían perdido la vida como consecuencia de la muerte súbita infantil. Y nadie sospechó de Moronez.

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Todos los bebés habí­an perdido la vida como consecuencia de la muerte súbita infantil. Y nadie sospechó de Moronez.

Por: Agencias

Wisconsin, EU.- Marzo de 1980. Un bebé de dos semanas de vida es declarado muerto súbitamente en casa de su madre, en Franklin, Milwaukee, estado de Wisconsin. A su lado, Nancy Moronez, mira desorientada sin emitir palabras.

Marzo de 1984. Un llamado al 911 pide urgente ayuda médica. Al arribar a la casa de Milwaukee, los profesionales determinan que el bebé de seis meses habí­a fallecido. Parte oficial: muerte súbita infantil. A su lado, la babysitter observa la escena sin hablar. Sólo dice: “Allí­ está”, cuando los bomberos tocan a la puerta.

Febrero de 1985. Un llamado al 911 alerta sobre una bebé de once semanas que no reacciona. Está sentado en su silla, su piel azul y frí­o. Muy frí­o. Los médicos, al llegar, comprueban que está sin vida. Parte oficial: muerte súbita infantil. A su lado, la misma babysitter. Uno de los bomberos parece reconocerla y le pregunta: “¿Me recuerda?”. “Sí­, lo recuerdo. Le dije a mi marido que no querí­a cuidar más nií±os”, responde Moronez. Era el mismo que un aí±o atrás habí­a estado en esa misma vivienda tratando de resucitar a otro bebé, sin éxito.

Pero los documentos médicos eran claros. Todos los bebés habí­an perdido la vida como consecuencia de la muerte súbita infantil. Y nadie sospechó de Moronez, una tranquila mujer a la que se le habí­an muerto tres nií±os, entre ellos un hijo propio.

Hasta que en 2015 su hija realizó una denuncia en la cual dejaba sentado que su madre habí­a sido la responsable del deceso de esos menores. La investigación policial tomó fuerza y finalmente los detectives consiguieron una confesión por parte de Moronez. El pasado viernes fue imputada por los tres crí­menes. “No puedo cuidar a nií±os que lloran constantemente”, fue una de las frases que dijo la mujer de 60 aí±os en su declaración.

La maí±ana del asesinato de su propio hijo, Moronez narró que el pequeí±o habí­a comenzado a llorar sin ningún motivo. Llamó a su pediatra y la enfermera que la atendió le dijo que tan sólo era un mal dí­a del bebé. Como el de tantos otros. Que no necesariamente padecí­a algo. La mujer le dio un baí±o para tranquilizarlo, lo hundió y sintió “cómo se retorcí­a bajo el agua”. Luego, lo secó, le colocó paí±ales nuevos, lo vistió y llamó al 911. La autopsia determinó que murió por muerte súbita.

Al nií±o de seis meses que estaba cuidando prefirió matarlo de otra forma luego de que no pudiera tranquilizarlo y que dejara de llorar y ella no pudiera simplemente dejar la casa y abandonarlo. Tomó una manta y lo sofocó hasta que dejó de respirar. Un aí±o después repitió el mismo método con la bebé de once semanas.

Todo fue confesado por Moronez. Incluso, luego del crimen de su hijo, hizo una “promesa a Dios” tras el nacimiento de su hija. No le harí­a nada si decidiera comenzar a llorar. Pero rompió la promesa con los nií±os que le dieron a su cuidado, de acuerdo a The Washington Post.

También rompió la promesa que se habí­a juramentado sobre no contarle a nadie la historia. Pero un dí­a decidió confiárselo a su hija. Le contó cómo habí­a muerto en verdad su hermano. Y otros dos bebés. Y la joven resolvió denunciarla ante la policí­a. No soportó convivir con una asesina. Aunque fuera su propia madre.

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