Se reúnen para compartir buenos deseos al calor de un anafre.
Por:Â Ana Luisa Casas
Ramos Arizpe.- Mientras que decenas de personas abarrotan los centros comerciales en la ciudad para comprar obsequios y preparan cenas de cuatro tiempos, las fechas decembrinas pasan desapercibidas en algunas de las zonas conurbadas de Ramos Arizpe.
Tal es el caso de la colonia Cerrito de la Cruz, situado rumbo a la carretera los Pinos de dicho municipio, donde una cordillera de tejabanes construidos con paredes de cartón y techos de lámina visten la falda del cerro.
En este sitio no hay luces, pinos o adornos que anuncien la Navidad, este gris paisaje permanece igual al resto del aí±o. Para estos colonos de asentamiento irregular no hay nada que celebrar.
Pues sus habitantes, en la mayoría adultos mayores, ni siquiera recuerdan si es hoy o maí±ana la noche en que en algún momento de sus vidas recibieron algún obsequio y comieron golosinas.
La difícil situación económica por la que atraviesan y el abandono de los suyos, los ha llevado a olvidar el significado de la Navidad.
Y aunque unos cuantos tienen presente la fecha, un atole con tamales es suficiente para destacar la noche del resto, en la que ni siquiera hay cena.
En medio de las carencias y la pobreza extrema, la celebración se encabeza por un rosario con plegarias de abundancia, trabajo y salud para el próximo aí±o, la compaí±ía de sus familiares más cercanos y alguna caguama que puedan disfrutar entre dos o tres.
Los pocos nií±os que habitan esta colonia reciben una bolsita de dulces como regalo y si sus padres se esforzaron mucho durante los últimos meses reciben algún juguete de plástico o muí±eca seminueva, e incluso degustan una deliciosa discada, platillo que sólo ven en su casa durante estas fechas.
Terminado el rosario, apagan el anafre que les dio calor durante la noche y regresan a sus tejabanes agradeciendo a la vida por estar reunidos una Navidad más.
