WhatsApp
Pronostico del tiempo
Puentes Internacionales
Twitter
Instagram
YouTube
Facebook

+

"Me escapé de la muerte en Corea del Norte"

Se vio obligada a cruzar ríos helados y desiertos, llegando incluso a ser vendida por traficantes de personas en China

  • 245

Se vio obligada a cruzar rí­os helados y desiertos, llegando incluso a ser vendida por traficantes de personas en China

China.- Yeonmi Park escapó de Corea del Norte cuando tení­a apenas 13 aí±os. Se vio obligada a cruzar rí­os helados y desiertos, llegando incluso a ser vendida por traficantes de personas en China. Ahora Park, quien actualmente vive y estudia en Estados Unidos, le ha contado a la BBC la experiencia de su huida hace casi una década y qué fue lo que la llevó a dejar Corea del Norte, uno de los paí­ses más herméticos del mundo. Escapé en 2007 a China con mi madre, atravesando un rí­o helado con el riesgo de que fuéramos tiroteadas. Cuando estaba en Corea del Norte, lo único que querí­a era tener algo para comer. No habí­a manera de sobrevivir allá. Por suerte viví­a en la frontera, así­ que veí­a las luces en el lado chino y pensaba que si lograba llegar a China podrí­a encontrar alimento. En Corea del Norte no tenemos internet. Sólo hay un canal de televisión y no existen las revistas. Mi madre y yo no sabí­amos qué nos encontrarí­amos al escapar. Cruzamos el rí­o helado y caí­mos en manos de traficantes de personas en China.

Intento de suicidio

Tras cruzar el rí­o violaron a mi madre delante de mí­. Nos separaron y nos vendieron a dos granjeros chinos de forma separada. A mi madre la vendieron por US$55 y por mí­ pagaron US$200. Esto es muy común. Cuando los norcoreanos escapan a China, el gobierno no nos considera refugiados y tampoco nos ayuda a llegar a Corea del Sur. En lugar de ello nos capturan y devuelven a Corea del Norte, a pesar de que saben que allá seremos castigados o ejecutados. Por eso, quienes escapan de Corea del Norte son muy vulnerables y los chinos lo saben y se aprovechan. Cuando me vendieron al granjero y me separaron de mi madre, intenté suicidarme. Pero el granjero me dijo que si me convertí­a en su amante lograrí­a reencontrarme con mi madre y traer a mi padre de Corea del Norte. Y cumplió su promesa. Tras pasar cinco aí±os allí­, hace poco vine a Estados Unidos, donde estoy estudiando en la Universidad de Columbia en Nueva York. Me gustarí­a volver algún dí­a a mi paí­s, pero eso no quiere decir que eche de menos al régimen o el sistema.

“Lavado de cerebro”

Crecí­ en el norte de Corea del Norte. A mi padre lo detuvieron por trabajar en el mercado negro, así­ que tuve que mudarme al centro del paí­s y también visité (la capital) Pyongyang. Fui a la escuela varios aí±os y sólo supe de la existencia de unos pocos paí­ses en el mundo. Nunca habí­a escuchado hablar de internet. Todo lo que sabí­a era sobre los “maditos estadounidenses”. Así­ los llamaban. Intentan lavarte el cerebro todo el tiempo. Tení­a la imagen de los malditos estadounidenses con nariz muy grande y ojos azules, verdaderos monstruos. Nunca supe que Corea del Sur era un paí­s libre. Pensaba que habí­a sido colonizado por EE.UU. y que los soldados estadounidenses violaban a las mujeres y a los nií±os, asesinaban a la gente. Pensaba que era el peor lugar del mundo.

Amor prohibido

El punto de inflexión en mi vida fue cuando vi la pelí­cula “Titanic”. Jamás habí­a visto algo así­ en mi vida, porque nunca se ven historias de amor en Corea del Norte. El amor es considerado algo vergonzoso allá, nunca hablamos de eso. No hay canciones, pelí­culas o novelas sobre el amor, así­ que no podí­a creer cuando vi “Titanic” que alguien pudiera hacer una pelí­cula sobre algo tan vergonzoso, y cómo podí­a ser que alguien muriera por amor y no por el régimen. Eso fue una revolución en mi vida; me dio una primera idea sobre la libertad. En Corea del Norte sabemos que los estadounidenses son más ricos que nosotros, pero como en la novela “1984” de George Orwell, la gente en la calle sigue pensando que viven en el mejor paí­s del mundo. Ese libro explica todo lo que me pasó en mi psicologí­a. Cuando (el ex lí­der norcoreano) Kim Jong-il murió (en 2011), viví­a en Corea del Sur con mi madre y no podí­amos creerlo. Mi madre me dijo: cómo podí­a ser que dios muriera, ¡y viví­amos en Corea del Sur! En Corea del Norte no creen que haya muerto. Están convencidos que su espí­ritu vive entre nosotros, como Jesús, y que lee nuestras mentes y sabe todo lo que hacemos, como en la pelí­cula “El show de Truman”.  
Publicación anterior Roba automóvil y le estalla llanta
Siguiente publicación Reúne a familias Super Channel 22k
Entradas relacionadas
Comentarios
  TV en Vivo ;