WhatsApp
Pronostico del tiempo
Puentes Internacionales
Twitter
Instagram
YouTube
Facebook

+

“Curar” la homosexualidad a golpe de electrochoque en China

Un informe de Human Rights Watch detalla las “terapias de conversión” que aún se emplean en la segunda potencia del mundo.

  • 310

Un informe de Human Rights Watch detalla las “terapias de conversión” que aún se emplean en la segunda potencia del mundo.

Por Agencias

China.- “La homosexualidad es como cualquier otra enfermedad mental, como la depresión, la ansiedad o la bipolaridad. Se puede curar… Fí­ese de mí­, déjelo aquí­, quedará en buenas manos”. Con estas palabras, el psiquiatra convenció a la madre de Wen Qi (nombre supuesto) para que dejara a su hijo en su clí­nica. Para este joven gay chino comenzaba un largo calvario de tratamientos para “sanarlo” y convertirlo en heterosexual.

La homosexualidad no es un delito en China ni está considerada oficialmente una enfermedad. En 2001, el Colegio de Psiquiatras la eliminó de su lista de problemas mentales. Dos personas que han llevado a juicio a clí­nicas que ofrecen “tratamientos” para la supuesta curación han ganado en los tribunales. Pero, como denuncia un nuevo informe de la organización no gubernamental Human Rights Watch, en el paí­s se siguen ofreciendo las llamadas “terapias de conversión”, que buscan cambiar la orientación sexual de los pacientes. No es el único paí­s en el que se dan estos pseudotratamientos, prohibidos expresamente sólo en tres paí­ses del mundo —Brasil, Ecuador y Malta—. Aunque en China se ofertan no sólo en establecimientos privados; también en hospitales públicos.

La popularidad de estas pseudoterapias tiene su origen en la arraigada convención social que establece la fuerte preferencia por tener hijos que perpetúen el apellido familiar. Los hijos de orientación gay o lesbiana sufren fuertes presiones de su entorno, especialmente de sus familiares de más edad, para que se casen con una pareja de distinto sexo y tengan descendencia; una situación que puede verse agravada si —como ocurre con frecuencia debido a los aí±os de polí­tica del hijo único— no tienen hermanos y todas las esperanzas de las generaciones previas se depositan en ellos. La terapia se ve como una solución para los casos “recalcitrantes”.

Este tipo de pseudotratamientos, por la que los pacientes o sus familiares pagan fuertes sumas de dinero, abarca en China múltiples técnicas, desde la hipnosis a los fármacos. Pasando por el electrochoque.

Ni Wen Qi ni ninguno de los otros 17 entrevistados por Human Rights Watch para el informe “¿Has pensado en la felicidad de tus padres?” cambió de orientación sexual pese a los “tratamientos". Todos ellos insistieron en que, de no haber sido por la fuerte presión de su entorno, jamás se hubieran sometido a la “terapia de conversión”.

“Mi padre se arrodilló delante mí­o, llorando, implorándome que fuera. Decí­a que no sabí­a cómo podrí­a continuar viviendo si la gente descubriese que soy gay. Me suplicaba que fuera para que él pudiera vivir… Llegados a ese punto, ¿qué otra cosa podí­a hacer yo? No tení­a alternativa”, explica en el informe uno de los pacientes, bajo el seudónimo Xu Zhen.

En la mayorí­a de los casos —14—, el tratamiento se administró en hospitales públicos. En el resto, ocurrió en clí­nicas psiquiátricas o psicológicas autorizadas a operar por la Comisión Nacional de Salud. Algunas de estas instituciones ofrecen estos servicios de manera muy discreta. Otras hacen publicidad muy abiertamente.

Durante el tratamiento, casi todos los entrevistados fueron ví­ctimas de insultos y de acoso verbal por parte de los propios médicos, que se dirigí­an a ellos con palabras como “pervertido”, “anormal” o “sucio”. Tres intentaron escapar. Uno lo logró, pero al regresar a su casa sus padres le enviaron de inmediato de regreso al centro médico.

A 11 de los 17 les suministraron, o incluso se les obligó a consumir, medicamentos por ví­a oral o mediante inyecciones, sobre los que no recibieron ningún tipo de información. “El médico y la enfermera se negaron a decirme qué pí­ldoras eran esas. Solo me dijeron que me convení­an y me ayudarí­an con el tratamiento. Después de tomarlas, normalmente me sentí­a hiper-energético durante unas horas, pero al cabo de un rato me empezaba a sentir muy cansado y deprimido”, cuenta Li Zhi, de la ciudad de Nanping.

Cinco de ellos recibieron descargas de electrochoque mientras se les hací­a pensar en el acto sexual o ver pornografí­a, para que asociaran la homosexualidad a algo doloroso.

“Me taparon los ojos y me dijeron que me relajara y pensara en el sexo con mi novio. Me ataron las piernas a la cama, con unas sujeciones de metal debajo. También me ataron las manos a la cama… Cuando encendieron la corriente, empecé a sentir la electricidad que vení­a de mis piernas… Pensé que iba a ser algo corto, pero la dejaron encendida un rato, se me hizo muy largo. Empecé a temblar en la cama. Las sujeciones estaban ardiendo. Les pedí­ que apagaran aquello, pero creo que no me oí­an”, cuenta Xu Zhen, de la provincia de Sichuan, en el centro de China.

Según denuncia HRW, las autoridades chinas no han tomado medidas rotundas para impedir este tipo de terapias, como inspecciones o la emisión de directrices que las prohí­ban con claridad. Este paí­s tampoco cuenta con legislación especí­fica contra la discriminación por orientación sexual.

“Han pasado más de veinte aí±os desde que China dejó de considerar la homosexualidad como un delito, pero la gente LGBTI+ todaví­a se ve sometida a encierros, medicación forzada e incluso electrochoque para intentar cambiar su orientación sexual”, explica Graeme Reid, director de derechos LGBT de HRW.

“Ha llegado el momento de que China se una al consenso global: reconocer que la terapia de conversión médica/forzada es abusiva y discriminatoria, y prohibirla”.

Publicación anterior Dejan 3 descuartizados en Río Bravo
Siguiente publicación Llaman a comparecer a Sheinbaum por caso Rébsamen
Entradas relacionadas
Comentarios
  TV en Vivo ;