
El Estado se ha visto rebasado por la violencia desatada en contra de ellas.
Por Agencias
Ciudad de México.- Al acto de asesinar a una mujer por el simple hecho de ser mujer se le conoce como feminicidio, término que se aplicó mundialmente por primera vez en México por el peligro que implicaba ser mujer en este país pero que forma parte de un problema mayor: la violencia generalizada. En México los hombres asesinan mujeres porque pueden. Las matan en el campo y en la ciudad. Las matan los pobres y los ricos. Las matan taxistas, empresarios, estudiantes universitarios, familiares, autoridades; todo aquel que cree que puede decidir sobre la vida de alguien más, especialmente si es mujer. Dentro de este fenómeno político, social y cultural sólo hay una verdad: ni el Estado ni la ciudadanía pueden garantizar la seguridad del género femenino. La discriminación y las agresiones contra las mujeres no es algo nuevo. Antiguamente, la superioridad física del hombre en relación con la mujer fungió como el instrumento para subyugarlas, dominarlas y disponer de ellas a cualquier hora y en cualquier momento. âSEXO DíBILâ El estigma del âsexo débilâ permanece y nuestra incapacidad como sociedad para romper con esa idea ha sido uno de los problemas más difíciles de enfrentar para poder alcanzar la igualdad entre sexos y terminar con la violencia de género. En un país cuyas bases han estado fundamentadas en ideas paternalistas durante cientos de aí±os, romperlas no es cosa fácil. âLas mujeres de manera inconsciente nos hemos acostumbrado a vivir así, rodeadas por una violencia machista y por una sociedad donde las agresiones contra la mujer se ven como algo normalâ, cuenta Mariana Berlanga, experta en el tema de equidad de género. El homicidio de una mujer es la punta del iceberg dentro un problema que, previo a llegar a la peor de las agresiones, cuenta con varios niveles. Muchos de estos ni siquiera considerados como agravios. Los roles establecidos por la sociedad en cuanto a qué papel debe de jugar un hombre y una mujer dentro de esta están evidentemente manchados por la discriminación, el abuso y el retroceso. Uno de los ejemplos más claros es la idea de que el hombre es el líder de la familia y responsable del bienestar económico. Mientras que para la mujer cuidar a los hijos, limpiar y cocinar deben ser vistos como su prioridad. ACCIONES DRíSTICAS La principal responsabilidad del estado es garantizar la seguridad de los ciudadanos a quienes rige y representa. Pero esta sentencia trae consigo una pregunta: ¿qué pasa cuando el Estado no cumple con su función principal? La falta de acciones y respuestas del Gobierno ante problemas como el feminicidio trae consigo una consecuencia grave: la impunidad. âCuando las autoridades no persiguen y castigan a quienes asesinan a las mujeres el mensaje que mandan es muy claro: puedes arrancarle la vida a una mujer y no pasa nada. Un hecho que agrava la situación y fomenta la violenciaâ, comenta la experta Mariana Berlanga. La impunidad y la violencia también han obligado al género femenino y al resto de la ciudadanía a buscar acciones más drásticas para garantizar su seguridad. âChicas de entre 20 y 30 aí±os me comentaron que están considerando comprar un arma para traerla con ellas en todo momento en caso de ser víctimas de un intento de secuestro, violación o asesinato. ¿Con qué argumento les pido que no lo hagan cuando el Gobierno de su país es incapaz de garantizarles su seguridad y bienestar?â, relató. DESAPARICIONES La desaparición de nií±as y mujeres jóvenes a gran escala está ligada al narcotráfico y a la trata de personas, afirma especialista Una cicatriz en la rodilla, un lunar arriba de los labios, un tatuaje en una pierna, marcas de varicela en el rostro, una quemadura en un brazo, cualquier rasgo particular se convierte en la última esperanza para encontrarlas. Durante el 2016 desaparecieron mil 820 mujeres en todo el territorio nacional; es decir, 5 cada día de acuerdo con el Registro Nacional de Datos de Personas Extraviadas o Desaparecidas (RNPED), de la Secretaría de Gobernación. La base de datos del RNPED nunca había tenido un registro tan alto desde que enlista cada caso proveniente de las fiscalías y procuradurías estatales; la desaparición de féminas se ha multiplicado en la última década. Mientras en el 2007 la Segob tuvo conocimiento de sólo 145 casos, esta cifra ha ido al alza de manera preocupante hasta convertirse, en conjunto con los feminicidios, en un problema de magnitud nacional. Hace una década desaparecía una mujer por cada 400 mil mexicanas; el aí±o pasado, la cifra se multiplicó por 12. Suma que hasta julio de este aí±o se mantuvo. MERCANCíA RENTABLE La desaparición a gran escala está relacionada con los grupos del narcotráfico y aquellos que se dedican a la trata de personas con fines de explotación sexual o laboral, asegura Gabriela Ruiz Serrano, especialista en el tema de violencia contra las mujeres. En Colima y Sinaloa la ciudadanía ha visto un aumento de organizaciones criminales y con él los homicidios y desapariciones A partir del aumento del conflicto en escenarios que antes eran seguros, la desaparición de nií±as y adolescentes se ha convertido en una constante. Casos como el de Colima, en donde hace 10 aí±os hablar de desapariciones era algo impensable, hoy tiene la tasa de desaparición de mujeres más alta del país con 10 denuncias por cada 100 mil habitantes. Sinaloa, otra entidad que sufre de disputas entre grupos del crimen organizado, es la segunda con más denuncias de desaparición en proporción con su población femenina. Las rutas que eran utilizadas para el trasiego de drogas también son para el traslado de personas. La tasa de desaparición en Puebla es similar a la de Sinaloa. La diferencia: en su territorio no hay tantas disputas entre cárteles. En contraste, medios locales han seí±alado un posible crecimiento de redes que se dedican a reclutar mujeres jóvenes con fines de trata para su explotación sexual, práctica común en el estado vecino de Tlaxcala. âLa pérdida de una mujer que puede ser madre, hija o hermana tiene un impacto devastador en el tejido de una familiaâ, dijo Serrano. ZONAS DE PELIGRO Un estudio del Instituto Nacional de las Mujeres y la ONU Mujeres indica que los estados más peligrosos para ser mujer son Edomex, Puebla, Chihuahua, Coahuila, Sinaloa, Nuevo León, Guerrero, Jalisco y Veracruz. En los diarios de circulación nacional se vuelve cada vez más frecuente encontrar historias de mujeres asesinadas. Homicidios generalmente caracterizados por ser brutales y sanguinarios. Donde las palabras violación, secuestro e impunidad suelen ser un común denominador. Los feminicidas no se limitan a un estado o a una región en específico, no obstante, hay zonas donde la violencia contra las mujeres se ha vuelto cada vez más frecuente. Las primeras denuncias de feminicidios se dieron en 1993, cuando la violencia en Ciudad Juárez, Chihuahua, llegó a niveles nunca antes vistos captando la atención tanto nacional como internacional. Desafortunadamente el problema se sentía lejos para quienes no habitaban esa región del país. Eso cambió con casos como el de Mara Castilla, quien fue asesinada tras abordar un taxi del servicio privado Cabify. Las mujeres se dieron cuenta de que no están seguras en ninguna parte. Pertenecer al género femenino es por sí sólo un peligro.Durante el 2016 en el Estado de México se registraron 591 homicidios de mujeres, sin embargo se calcula que la cifra real es mucho mayor. Mientras que en Puebla, en lo que va de del aí±o, se contabilizan 87 asesinadas presuntamente por motivo de género.