A la yerbería de Héctor Portillo llegan personajes para conseguir el éxito, el amor, la riqueza y la salud a través de lo esotérico.
Por: Dariela Macías
Piedras Negras.- Para ganar las elecciones no sólo se necesitan votos. De vez en cuando viene bien la ayuda de un chamán para limpiar el camino, porque una vez alcanzado el cargo público vienen las dificultades para mantenerse en el poder, o para no ser blanco de los ataques de la prensa, o para apaciguar a los adversarios. A veces el político y el practicante esotérico es la misma persona, como en el caso de Héctor Portillo, líder de la UDC en Piedras Negras y presidente de los locatarios del mercado Zaragoza.
Desde antes de entrar a la tienda de Portillo localizada en el emblemático mercado, los visitantes perciben el olor a incienso y yerbas; una vez dentro, cientos de pares de ojos observan desde los estantes a quien busca la ayuda sobrenatural para remediar cualquier carencia. La ausencia de música facilita la llegada de los sonidos de fuera. En el establecimiento, el heredero de una tradición ancestral recibe personalmente a quien visite el sitio.
âAquí vienen muchos políticos, los de fuera no se esconden. Me llegan de Saltillo, Monclova, de toda la Región Norte y también de San Antonioâ, dijo en medio de imágenes de la Santa Muerte y de Jesucristo crucificado, de calacas, de máscaras...
Entre los clientes que frecuentan el local figuran dos senadoras y uno que otro diputado que buscan abrir el camino, que no les perturben la carrera y que los dejen avanzar.
âEllos (los políticos) buscan mucho la suerte, vienen de Saltillo a comprar cosas para que los dejen tranquilos, que no los miren, le tienen miedo a la prensa, también vienen a darse una limpia de despojo. A veces llegan dos veces por mes, a veces una vez por mes, pero desde que han entrado al poder han estado viniendoâ, dijo en confianza âal cabo que no estamos diciendo nombresâ.
Legisladores que ya están en el Congreso y hasta alcaldes también se dan sus vueltas, a veces cada semana, porque no les aprueban sus iniciativas, o quieren neutralizar a los políticos de otros partidos, eso sí deben ir bien preparados con el nombre y la fecha de nacimiento del contrario para que se le pueda conceder lo que pida, si no, no será nada fácil.
TEN CUIDADO CON LO QUE DESEAS
Al interior de la yerbería ya no se sabe bien si el olor que predomina es el de los aceites, de los perfumes con feromonas para el amor, el de las velas, el del vestido de novia que tiene puesto un maniquí castigado en el rincón, o todo junto.
A Héctor Portillo no le gusta hablar de brujería, eso ya no se usa. íl prefiere referirse a su oficio como esoterismo, espiritismo.
âLa brujería es maldad. La gente no viene por una brujería, no busca un mono, no viene por alfileres, pero muchas veces con una injuria te desean lo malo; lo otro, la brujería, es el mono, bautizarlo, tener los alfileres, la fotografía de la personaâ, explicó.
Aseguró que todo mal deseo se regresa, por eso hay que pensar muy bien qué se va a buscar. Además del dominio político, la clientela de Portillo pretende seguridad económica, no como antes que la gente acudía más por motivos amorosos.
âLas consecuencias las tiene la gente cuando hace maldad. El mono, bautizar, hacer un entierro. A eso se le llama salación. Cuando uno le pide a Dios que le quite alguna salación, la mala vibra, las cosas negativas, es cuando se devuelve porque Dios es muy grande, es una bendición y protege su espíritu y tu cuerpoâ, afirmó.
Tampoco recomendó hacer âamarresâ para detener a una pareja en contra de su voluntad: âsi alguien se va viene otro. Hay mucha gente para que uno sea feliz. Dios es tan grande que nos da mucha suerte, no hay que sufrir por nadie. Hay personas aferradas a las personasâ.
YA NO BUSCAN AMOR
En su experiencia, Héctor Portillo asegura que las peticiones económicos y de trabajo superan a las que tienen que ver con el amor.
âEs un asunto de tradición porque todavía viene la gente, hay mucho sufrimiento por la situación económica y buscan un perfume, un aceitito que cuesta 10, 15 pesos, buscan una felicidad, una alegría y aunque ha cambiado mucho la situación en cuestión del amor, se busca más el trabajo, quitarse al enemigo, quitarse las envidias de los compaí±eros porque se ocupa un mejor puestoâ.
Sin embargo, piensa que habiendo amor va a haber alegría, hay esperanzas, hay ganas de trabajar y eso es parte de la vida, de la felicidad entre las familias, entre las parejas: âahorita se busca más la suerte y ganar en el bingo que todos quieren ir a ganar a Estados Unidos buscan el espray para el bingoâ.
Los jóvenes buscan el amor porque traen pleito con la pareja, según consideró. En la yerbería buscan algo porque quieren dominar y que su amor no los engaí±e; también asisten hombres que tienen problemas con su pareja.
SI LO SABE DIOSâ¦
En estos tiempos la gente ya no se esconde para ir a ver al yerbero, ahora los clientes coinciden en el establecimiento y se saludan, independientemente de la necesidad que los lleve allí.
âAnteriormente cuando estaban mis padres entraba la gente y se escondía, todos venían a la misma parte, todos se conocían, pueblo chico... Esperaban que se fuera el doctor, que se fuera el contador, cada uno que se retirara y ya no, hoy llegan, entran los dos, se saludan, uno compra la pastilla del sexo porque ya no puede, el otro compra su tónico porque quiere estar fuerte pero ya no se esconde ni el doctor, ni el contadorâ, reveló.
En contraste ni las seí±oras humildes, de clase media para abajo nunca se han escondido: âAhora llegan personas elegantes y llegan y te piden la pastilla, lo que más se vende es la pastilla del sexo para el esposo porque tiene problemas con la sexualidad y eso, pero que se escondan no, es muy normal que vengan cuando antes era un temor, ahora tenemos también pastillas para la mujer que no tiene motivación sexual y también ellas vienen y la compran, pero ya no se esconden como antes, antes hasta para comprar un perfume de escondían. Ahora llegan personas muy finas y reconocidas en la ciudad y entran como si nada. Ya se acabó eso de esconderseâ.
DE ORIGEN MíSTICO
Héctor Portillo tiene 59 aí±os, de los cuales, todos ha pasado en el ambiente de la yerbería. Desde nií±o aprendió los secretos del misticismo. Lo aprendió de su abuela, y lo reafirmó con sus padres.
âMi mamá practicaba el esoterismo, lo espiritual, curaba, mi abuela era partera y también curaba. Yo seguí la tradición de ellos, la experiencia la tuve por medio de mi abuela, mi mamá y mi papá hacían lo mismo, ellos me fueron enseí±ando para lo que sirven los medicamentos, cómo usar las yerbas, cómo usar la pomada, cómo sobar a la persona, cómo decirle cuándo no puede encargar un bebito, que ponga los pies en un respaldoâ, relató.
(Texto: Martha Santos de León)