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Llegan restos del padre Carlos Aguilera a su última morada

El padre Carlos inició su carrera como sacerdote en el Seminario de Saltillo, después estuvo en Frontera y finalmente fue trasladado a PN, en donde se ganó el cariño de la gente.

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El padre Carlos inició su carrera como sacerdote en el Seminario de Saltillo, después estuvo en Frontera y finalmente fue trasladado a PN, en donde se ganó el carií±o de la gente.

Por: Lorena Carrillo

Piedras Negras.- Amparado siempre por el Sagrado Corazón de Jesús llegó a su última morada el padre Carlos Aguilera Sánchez, cuyas cenizas fueron depositadas en un nicho de la Catedral Mártires de Cristo Rey, luego de la despedida que le dieron los fieles de Villa de Fuente en su parroquia, donde lo despidieron con aplausos y soltaron decenas de globos blancos.

La urna café, adornada con la imagen del Sagrado Corazón de Jesús, llegó puntual a la parroquia en Villa de Fuente; su casa amada y una parte fundamental en su vida. Junto a la urna pusieron una pequeí±a mesa con una fotografí­a del padre Carlos vestido con la casulla blanca con adornos dorados y sobre ella, el vicario Arturo Valadez Pizarro colocó la misma casulla y la estola, sí­mbolos de su sacerdocio.

Durante una hora estuvo la urna en la parroquia del Sagrado Corazón. Ahí­ se oró por su alma, se agradeció su obra, se pidió a la Virgen, por medio del rezo del Santo Rosario que lo ampare, se le bendijo y al dar las 6:00 de la tarde empezó la despedida. El padre Carlos dejaba para siempre su parroquia, la que levantó después del tornado, en la que por aí±os predicó la palabra de Dios y dio ejemplo de ella. Los fieles, los amigos, todos los que lo conocieron lo acompaí±aron hasta la carroza y antes de depositar la urna en ella, soltaron globos blancos, como la pureza del alma jovial del padre amigo que ahora descansa al lado de Dios, el que mostró a mucha gente a través de su palabra y sus hechos. El padre Carlos inició el viaje hacia su última morada, pero no lo hizo solo, fue acompaí±ado de cientos de personas que en caravana fueron a la Catedral Mártires de Cristo Rey, donde se le ofició la última misa, presidida por el vicario general, Armando Vargas Mireles y siete sacerdotes.

BUEN PASTOR

El padre Armando Vargas dijo que el padre Carlos ahora disfruta de la vida eterna y es sacerdote para siempre. “Para nosotros los sacerdotes, el padre Carlos, nuestro hermano mayor está con Dios, de eso tenemos la firme certeza”. El presbí­tero oficiante seí±aló que el padre Carlos al igual que el Buen Pastor, siempre estuvo pendiente de su rebaí±o, cuidando a los enfermos, siguiendo el paso a los cansados, consolando a los tristes. “Siempre junto al rebaí±o que se le asignó, al que no dejó solo ni un momento”. El padre Armando comentó que el padre Carlos cumplió fielmente su misión y sus acciones siempre fueron imitando al Jesús el Buen Pastor. El padre Armando conoció al padre Carlos cuando llegó a Saltillo recién ordenado. “Yo era seminaristas cuando lo conocí­ y sé que el Sagrado Corazón de Jesús siempre estuvo presente en su vida”. El Seminario de Saltillo lleva el nombre de Sagrado Corazón de Jesús y ahí­ estuvo el padre Carlos como seminarista y como profesor al ser ordenado. En Frontera fue vicario en la parroquia del Sagrado Corazón de Jesús, en Piedras Negras fue vicario y párroco en el Sagrado Corazón de Jesús y su urna también lleva la imagen del Sagrado Corazón de Jesús. íšLTIMA MORADA Los minutos pasaron. La misa en memoria del padre Carlos terminó. Los sacerdotes que concelebraron la misa, dos de las monjas que atienden los orfanatos y Alejandra Aguilera, sobrina del padre Carlos formaron el cortejo que llevó al padre Carlos a su última morada, el nicho 53 C. El padre Carlos lleva en su viaje una maleta muy cargada. Lleva con el cientos de bendiciones, los besos, los abrazos, el agradecimiento de mucha gente. El padre Gerardo Hernández Briones, párroco del Sagrado Corazón y quien se hará cargo de los orfanatos le da la última bendición, carga la urna y la lleva al nicho. Ahí­ quedó el padre Carlos, pero su recuerdo vivirá en los corazones de quienes lo conocieron, de sus hermanos presbí­teros, de los nií±os que recogió y ayudó como un padre, de los que conocieron a Dios a través de sus palabras y sus acciones. Villa de Fuente no será la misma sin el padre Carlos, el buen pastor que ahora descansa al lado del Dios.

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